“…y
vimos tantos otros animales que creo que dificultosamente
tantas especies entrasen en el Arca de Noé.”
(Américo Vespucio)
tantas especies entrasen en el Arca de Noé.”
(Américo Vespucio)
En
estos días que están pasando
ya sé muy bien que vos me estás buscando
quiero saber lo que hicimos
el día que apagaron la luz
ya sé muy bien que vos me estás buscando
quiero saber lo que hicimos
el día que apagaron la luz
(Sui
Generis)
No se hable más, fue
en esa poza que bordea la industria
donde nos vimos todos cara a cara,
reafirmando el mismo error de Narciso:
en esa poza que bordea la industria
donde nos vimos todos cara a cara,
reafirmando el mismo error de Narciso:
enamorarse del otro
sin saber que se es uno mismo
sin saber que se es uno mismo
no hay palabras
fue en aquellos rieles del ferrocarril
que se perdieron camino a nada,
donde dividimos la escenografía
donde dividimos la escenografía
de un cuerpo mestizo abierto a la tragedia
y la hicimos una mezcla insípida
con olor a kermesse:
mitad carnaval prohibido en las antípodas
mitad censura de una aldea rural sin instintos.
Rápidamente comenzamos a descender.
Bajamos desde
la montaña durante siglos
mientras nos
secábamos la ropa
esperando al
sol en nuestras catacumbas.
Nos
expulsaron del Virreinato del Perú
y empezamos
a bajar
bajamos
desde antiguas montañas
mientras un río
sin corazón
nos abría
las puertas de la miseria
abajo, en sus desconocidos brazos
que morían olvidados al poniente,
fueron a parar las bolsas
que se inflaron con la desidia
del neoprén consumido en la ribera
abajo, en sus cansados matorrales
escondidos en la miseria,
quedaba el piñén de una ciudad
que se desangró esperando el siglo XX
abajo los niños del inframundo,
entre autopistas concesionadas
y aeropuertos desconocidos,
se cansaron y salieron
a cogotear bajo las sombras
de una ciudad en apócope.
Bajamos
desde los cerros
cual colonos
de un valle sin ventanas
mientras un río
que bautizamos,
como Mapocho
siglos más tarde,
tocaba las
puertas de la miseria
y se iba con la sonrisa café del desagravio
y nos mostraba el otro lado de este lado:
una ciudad como un macabro poema realista
una toma de terreno transformada
en el nicho acumulativo de inmobiliarias
una bodega día y noche funcionando
con subcontratadas almas en pena
una increíble canción cebolla
con olor a pan tostándose en la estufa
y a mezcla de hormigón sin terminar
cuadras y cuadras con
ramazones de verduras podridas
anidadas por sus ferias
para luego dar paso
para luego dar paso
a la soledad de una micro silente
atravesándola en plena madrugada
sin más testigos
que el choque de dos luminarias
con esta esquina donde el tiempo
por las noches agoniza en
los labios rotos de un Dios muerto:
Central Estación de tu centro.
Aún no amanece
y el silencio que se va
Central Estación de tu centro.
Aún no amanece
y el silencio que se va
es la orquesta de camiones fascistas
titilando en silencio
en 1/2
de la llamarada
que es Américo Vespucio
al llegar a la Ruta 68.
Aún no amanece y
la luz que alumbra un poco más
allá de lo permitido
es reflejada por estos
ventanales trisados por tres piedras
lanzadas sin pecado alguno.
Atrás
dejamos los cerros
tal pioneros
de un negocio
destinado a
la barbarie.
Atrás
dejamos el océano
y los mitos
de la eterna juventud
atrás
quedaron el Valle Dorado
y la Ciudad
de los Cesares
atrás dejamos los cerros
y los inviernos de la patria
a sabiendas que es la
lluvia que te recorre con cierta timidez
quien nace en estas cascadas
que avisan la llegada de la civilización
pues parte de la cascada, también, eres
¿o no miras al horizonte de vez en cuando?
una Cordillera decadente se hace lomas
la misma madre que parió un Imperio
hoy se deshace en tus partículas
de bombas y petardos
azufres y letargos explotando
en un silencio lleno de este ruido constante
que es el polvo de tu boca
eso asumiendo que tu horizonte
lo plotearon, en Castilla,
para el otro lado:
al fondo de un mar sin ojos
a la orilla occidental de una
larga y angosta faja
de miedos y tabúes.
Y valle también te conocí
y me emborraché en tus plazas
aquellas noches donde la vida
Y valle también te conocí
y me emborraché en tus plazas
aquellas noches donde la vida
apenas gateaba encima de los árboles
y al valle vinimos buscando el oro
y
encontramos indios rabiosos
y ríos sonando
al fondo del cielo
y siglos más tarde inventamos
gatos que lamerían tus techos
ratones que llenarían tus cañerías y
ratones que llenarían tus cañerías y
vecinos que hacinarían tus Bancos
inventamos el barroco caos
de tus horas peak
el barroco caos de tu historia inconclusa
fue creado ladrando las heridas
entre peatones con el corazón roto
corriendo entre estas calles
que siempre fueron laberintos
con tus ventanas sudando al almuerzo
quejumbrosas y apiñadas
llenas de una rabiosa grasa dócil
que no alcanza a ser la grasa
de esta ni de ninguna otra
sudamericana capital luciérnaga
además
además
desde cien metros a la redonda
te vigila el ojo que todo lo ve y
te vigila el ojo que todo lo ve y
cámaras
semáforos
y cajeros
quizás
no sean más que tu disfraz
de pequeña ínfula soñada
por capas medias aspiracionales
que no cuentan entre sus filas
con Caballeros ni Amazonas
entregados a la locura
de una performance absurda
ya que en el fondo tú eres triste
tan triste como un Wurlitzer
sonando en el Litoral Central
aquel invierno aquella noche
de la bohemia más inconsciente
que terminó con la camisa
que terminó con la camisa
hecha pedazos
por la desesperanza
de llevar ropas ajenas
a iracundos lugares ajenos:
recuerda que el veneno se toma lento y en silencio
recuerda que tantos golpes
recuerda que tantos golpes
no recibe cualquiera,
pequeña aldea
recuerda que todas esas
corbatas ajustadas pronto
se transformarán en decapitaciones
delatoras de tu vaciado enjambre
delatoras de tu vaciado enjambre
doloroso de retratar.
Bajamos a la
historia
seguros de
dominar una razón
clavada a la
fuerza en
nuestros
bárbaros corazones
¿lo recuerdas?
quizá no
quizá en tus años
portalianamente infantes
ladrabas y te hacías
ladrabas y te hacías
la más fuerte del barrio
y te olvidabas de nosotros
del latín y
de los
rituales que
incendiamos
y ladrabas y golpeabas
como un tonto león en la selva
como un tonto león que aún no suelta la teta
desde donde se agarran
como un tonto león que aún no suelta la teta
desde donde se agarran
todos los imbéciles que no ven más
que su espejismo muriendo
a la salida de las Discotecas
o en los Directorios trasnacionales
macabros mantras mandando
ordenes al tercer mundo
desde ejecutivos jóvenes
vía Skype
blasfemando su lenguaje tecnócrata
en prezis y seminarios
en minors y noches de clientes VIP
en trincheras cibrnéticas y burdeles
con olor a sangre y perfumes asquerosos
que lamen las costras de estos cerros
dinamitados siglo tras siglo
por sus máquinas y sus softwares
pues el dolor sigue
suma y sigue
mientras paseo, obstinado
mientras paseo, obstinado
por cada rincón de este olvido
y veo
como los pasos apurados
forman una lastimosa lágrima colectiva
en el bandejón central de tu avenida
y así, vuelves a caer:
desde tu amanecer pincelado
por ventanas añejas
y plazas resistiendo
y plazas resistiendo
al disparate del vino solitario
caes
Huechuraba suena parecido a Quilicura
Huechuraba suena parecido a Quilicura
y los basurales de Til Til
te muestran hacia el Norte,
como flecha mortuoria,
la noche arrastrándose por una carretera
la noche arrastrándose por una carretera
que morirá días más tarde en el desierto
aquella noche que te abriga
pero que aún no llega
aquella noche que te acecha
en sueños sin cabeza
antes de que suenen las campanas
antes de que suenen las campanas
del camión de la basura
aquella gata en celos arriba
de tu atraso constante
desfilando entre cada sueño
que explota antes de que escapen
de sus tumbas tus muertos
por Avenida La Paz
los ves deambular por montones
con el lomo pasado de aceite
y la mirada violada por el tiempo
los ves deambular por montones
con el lomo pasado de aceite
y la mirada violada por el tiempo
se van
se desvisten para luego
recoger el uniforme y salir con el sol
a las calles nuevamente
estas calles que son
menor en cantidad
ante las venas de tu cuerpo
cuando te transformas en símbolo
y los zombies escondidos en
cuando te transformas en símbolo
y los zombies escondidos en
las esquinas de tus pasajes
te dibujan circularmente
en un amorfo poema
de drogadicto sin remedio.
Bajamos de los cerros.
Bajamos de los cerros.
No
atravesamos la cordillera
ni se nos
fueron muriendo los yanaconas
en el camino.
Bajamos del
cerro Renca y La Pincoya
bajamos de
Peñalolen y Puente Alto
duros y
empastillaos.
Bajamos
escondidos
de las
cámaras y la policía
para
reventar el centro
de un centro
que nos dejó afuera
bailando en
pepas en las faldas
de estos
cerros y el olvido
bajamos en patota
junto a la dialéctica del amanecer
y la capa oscura
de tus plomos barrios en invierno
invierno tan crudo como
el saludo a la hora de colación
en los principales afluentes humanos
que ya no son más humanos
que aquel espejo roto
en la carretera de este Apocalipsis
que es tu rostro partido al medio.
Tampoco sabes
como el topo que recorre tu centro
se topa a diario
con tantos desmayos ontológicos y sueños castrados
como el topo que recorre tu centro
se topa a diario
con tantos desmayos ontológicos y sueños castrados
con el mismo bisturí de mierda
no sabes
no sabes del holograma
que hace con los ángeles
tu cielo rasgado por el atardecer:
¡Rojizo, anaranjado y azul!
¡R A y A
o n z
j a u
i r l!
z a
o n z
j a u
i r l!
z a
o n
j
a
d
o
j
a
d
o
no sabes que desapareció el arrebol
mientras se siguieron moviendo
los obreros a sus guaridas
por estas horas en que Disney
por estas horas en que Disney
se turnaba nuestras onces
de niños ensimismados con
hu
hu
hu
Hugo y el Ritalin.
Crecieron los Malls y
se privatizaron los manicomios,
la Banca fue salvada y
se encerraron las dueñas de casa
para prender la estufa
y tostar el pan que alimente los días,
para prender la estufa
y tostar el pan que alimente los días,
todos los días
todas las horas
por los
siglos de los siglos
mientras caen
y caerán más industrias
a lo largo de Camino a Melipilla:
Cerrillos que se reparte a los suelos del que se aleja para mirarse tras
la línea del ferrocarril
y verse muerto por un cobarde
disparo por la espalda de otro siglo.
Y es tu escenografía
Y es tu escenografía
que coopera con los llantos silenciosos
son tus automóviles
chinos y alemanes
las aglomeraciones
de tanta carne en venta
desfilando por el Barrio Meiggs
y las caídas del vecino
cuando llega vomitando espanto
antes de abrir la reja de su casa
las razones por las cuales
sangra menstrualmente la época:
Todo lo No Fecundado debe
morir en aquel intento.
Es el otro lado de este lado
y son los Blocks anclados aquí,
son tus niños con el dedo en la boca
mirando a los pasajeros
y son los Blocks anclados aquí,
son tus niños con el dedo en la boca
mirando a los pasajeros
que atraviesan por la calle principal
junto a la micro junto a su vida
sin más regalo
que una tierna mirada atenta:
junto a la micro junto a su vida
sin más regalo
que una tierna mirada atenta:
su corazón expuesto a la lucha de clases
sin siquiera darse por enterado:
Pudahuel se arma desde la esquina
Pudahuel se arma desde la esquina
Pudahuel se desangra desde la esquina
Pudahuel se desarma
y sangra.
mientras Américo Vespucio da la vuelta
como un falso cinturón de estrellas
y nos espera con sus niñas
rondando el Cementerio Metropolitano
a la vuelta del silencio en cada motel.
Y son tus condominios, también
Y son tus condominios, también
bellas fachadas y una estética
de serie yankee a medio camino
-sin la risa de fondo-
son tus condominios
sin rejas en el antejardín
con el título profesional
colgando en el living de la primera
generación profesional de hijos de puta
que parió este país neoliberal
son tus condominios
tristemente yankees
en los cuales sobrevive
sin protecciones
el panal de las capas medias:
el marido borracho golpea a su mujer
después de la fiesta familiar,
los niños afuera
rasguñan el suelo con sus patinetas
los niños afuera
rasguñan el suelo con sus patinetas
más allá las plazas
donde el paragüa se consume
tal como se consume el desprecio a todo:
la caja de vino
y los cantos tribales bajo la lluvia
nos soplan a la cara
y los cantos tribales bajo la lluvia
nos soplan a la cara
como el viento norte
nos hace cariño
su semblante difuso
de juglares posmodernos
la rapsoda del chofer de micro
lo picaresco del Canto a lo Divino
y los freestyles en la lengua de la esquina
convergen junto al estallido de tu tarde:
Maipú corre para tomar el té con La Florida
Y son tus barrios de viejos
con el antejardín pegado a la vereda,
convergen junto al estallido de tu tarde:
Maipú corre para tomar el té con La Florida
Y son tus barrios de viejos
con el antejardín pegado a la vereda,
también
la ventana se dispone heroicamente
hacia la calle
como si mirar cara a cara a la vida, que se va más rápidamente que antes,
desgarrara la calma del sillón
como si mirar cara a cara a la vida, que se va más rápidamente que antes,
desgarrara la calma del sillón
junto al crepúsculo
gruesas tablas y manillas doradas
junto a la cara de la vieja:
junto a la cara de la vieja:
moño tomado
lentes gruesos
mirada que grita ¡Piedad!
y es su mano campesina que muere
décadas más tarde,
en una ciudad truncada
en su sueño perdido
o vivido desde lo póstumo
cuando todo viene a la memoria,
todo se aglutina cuando se asoma
a la gran ventana
junto a su tejido
el mismo tejido de Penélope
pero ella no espera a Ulises ella
espera a la muerte junto a su viejo
el viejo atrás
perdiéndose entre los puzles
del diario dominical
calma, mucha calma,
una calma no muy cómoda
para los niños y los jóvenes
una calma no muy cómoda
para los niños y los jóvenes
que de la mano requieren
la bulla de tus centros comerciales
niños que desean la moda
y la identidad perdida entre las amalgamas como vestido plomo
entre el plomo de estas cunetas
a medio terminar
una calma inocua existencialmente para los que se van apagando
junto a su vieja
una calma no resuelta
en aquella mirada devorada
por el choque con la calle
que
se metamorfosea allá afuera:
Quinta Normal llora cada atardecer
mientras Renca se sube las faldas,
Quinta Normal llora cada atardecer
mientras Renca se sube las faldas,
amiga mía.
Bajamos,
seguimos bajando
por los
cerros vamos en manada
corriendo
por los bordes.
Llegaremos a
incendiar
el núcleo de
una historia mentirosa
que nos dejó
afuera del círculo.
Vamos en
manada corriendo por los bordes
que es el norte santiaguino
levantando la Modernidad
desde su tumba
la guitarra que se hizo pedazos mientras las ventanas quedaron intactas, la vieja que fue
a dar
con los espectros
y de pronto
EL APAGÓN DE LUCES
El zumbido de la memoria dilatada.
La familia en cama
esperando que pase el rito,
la estética que también es rabia
y no sólo estética,
la política que va
por fuera del legado ilustrado,
la poética de los bordes,
los cadenazos del lumpen
el amor que es ante todo Amor
La ciudad
está a oscuras y atacamos
la ciudad es
una reescritura
que se
arranca
y es ahí donde todos se encuentran,
chocando unos con otros,
toros con toros sin lomo
que no pueden reconocerse
pues los rostros nuestros cuerpos
chocando unos con otros,
toros con toros sin lomo
que no pueden reconocerse
pues los rostros nuestros cuerpos
se encuentran desterrados
sin Razón alguna que venga en su auxilio
sin Razón alguna que venga en su auxilio
la televisión prendida
y el té caliente:
la Villa Francia huele a derrota y eso duele aceptarlo arriba de la micro
todo está
oscuro
y oscura es también
nuestra carne
oscura es nuestra
memoria
que es sueño sobre tu pecho
si es que afuera
aún no podemos robarnos los ojos
del que nos robó la corazonada
si es que afuera
aún no podemos robarnos los ojos
del que nos robó la corazonada
con su capucha
y su estética propia de los años 80´s
y su mundo que ya no existe
y estas manos que desaparecen.
La micro
late y la incendiamos
mientras la noche se enrosca
como capullo enfermo
si es que no hay tantos fierros
en cada cuneta
como silbidos trae el alba
si es que no hay tantos fierros
en cada cuneta
como silbidos trae el alba
con su olor a Radio Cooperativa
y a Matinal hediondo a dictadura:
esquirlas de antiguos sueños
encendiendo antiguas poblaciones.
Ahí es cuando tus niños
levantan las cejas
como esperando algo nuevo
más allá de esas murallas
como esperando algo nuevo
más allá de esas murallas
que trae el apagón
miopes murallas
epistemológicas
que no ven ni se dejan ver
no queremos verlo tampoco
no nacimos en la oscuridad
como para acostumbrarnos
a no ver la canallada
en vivo & en directo.
Sabemos que al llegar a Lo Espejo
no hay frontera
que aleje al Poniente del Oriente,
esto es el Sur
y acá las noches no son
para observar las estrellas
acá los telescopios no sirven
para leer el cielo
acá los eclipses son los que esconden
el pan de la mesa
y la Colonia de guagua
sirve para que las putas huelan rico
mientras le entregan su cuerpo
a subcontratados licenciosos
y silenciosos.
¡Hágase la luz!
¡Hágase la luz!
¡Róbese la luz!
¡Que las cadenas saquen todos los chispazos
que amerite la memoria
que se arranca!
Invítese nuevamente
a escupir la luz sobre
el desembarco de tres barcos
mentirosos:
cuéntennos la historia
del sol explotando a rabiar
por los sueños que nadie pudo ver
entre las trampas de este
continente de ratones sin queso.
Luz nuevamente.
Luz nuevamente.
Luz en las casas para ver por la tele
las carnes arrugadas por el Aullido
para ver la meca y los acordes del almacén
para ver las hojas caer, es cierto,
pero el otoño se va
como se fueron los esguinces
como se fueron los esguinces
distópicos de nuestra infancia:
algo muy triste viene a parir la primavera
que se asoma
que se asoma
tocándole la espalda a Los Andes:
los cielos son agujereados
como manteles
viejos
por cada cabeza mestiza
por cada cabeza mestiza
que viene
bajando hacia el centro
mientras el eco de estas miedosas risas
se abre paso camino al purgatorio por unos largos siglos de pecado.
Vamos en manada bajando
desde todos
los cerros de la patria
vamos
quemando todo el polvo
y nuestros
cuerpos
ya no es invierno
y las botas llegan mojadas a casa,
recibidas por la mano acorralada
y las botas llegan mojadas a casa,
recibidas por la mano acorralada
del televisor y la ventana
que transpira lentamente
ya no es invierno
y se inunda tu cuerpo
como se inundan los perros
entre tanta basura y barro
perros que son los verdaderos
dueños de cada una
dueños de cada una
de estas noches del poniente
Cuidado con el lumpen
Cuidado con el lumpen
viene
bajando de los árboles
con el
corazón sangrando
entre sus
manos
y perplejo comprendo
que no hay en ti caminos errantes
ni acequias donde morir tranquilo
tal como lo hiciera Omar Cáceres
acequias que quedaron impunes
cuidando pueblos decimonónicos
que ya no están y que hoy
es preferible leerlos
en un maravilloso poema
de Jorge Teillier o Rolando Cárdenas
y arrancar una flor
y arrancar una flor
y recorrer tus pasajes
ya que en ellos
siempre encontraré
una mirada una bala o
una mirada una bala o
una sopaipilla friéndose
al ritmo del infierno sobre las cabezas:
Virgilio y Dante
pueden seguir fumando
pasta en esta esquina,
admirándose del horror
de este infierno mientras una
cabra chica
se les cuelga de la reja
para ofrecer mamones por quinientos y acompañarlos con la pipa
en realidad Dante lo haría,
de eso estoy seguro,
por Virgilio, nuevamente,
no pongo las manos al fuego.
Primero está el Tila,
Óscar Lucero,
la Chinosca
y luego Eneas
primero nuestra fauna,
nuestros próceres del desamparo
y el silencio
luego los grandes rostros
de los grandes Imperios.
Llegamos, no
viene Michimalonco
con
nosotros.
Viene el
cáliz de tu sangre
y somos las
hordas que llegaron
pero nadie
puede ver
salvo una
que otra cámara
de dudosa
reputación occidental
y ya está pronto a amanecer
y un gato apuñalado nos espera
con su estómago dado vuelta
con su estómago dado vuelta
en el tarro de COANIQUEM.
Los vidrios rotos
una vez
más
nos muestran
el mosaico de la existencia
y las botellas con la mecha prendida
alargan la esperanza en esta noche
a lo mejor mañana
no se podrá enfrentar a los Pacos
con la misma intensidad
a lo mejor mañana
con la capa caída
y la espada partida en mi propio pecho
seguiremos aquí,
naufragando entre tu espejo
y la voz muerta
del que no es capaz de nombrarte
y la espada partida en mi propio pecho
seguiremos aquí,
naufragando entre tu espejo
y la voz muerta
del que no es capaz de nombrarte
de aquel
que no es capaz de nombrarse
ni menos ofrecerte un poema
por más malo que este sea
o una molo´
por ingenua que parezca:
llevan una mano por los aires
y eso ya
es un verdadero milagro.
¿La luz se hizo?
la Luz se quebró en fractales
la Luz se quebró en fractales
y aquel niño que se crió
entre los vientos de esta esquina
hoy camina al centro de Maipú
sin saber muy bien por qué
la noche del 11 ya pasó
y pasaron los comerciales en los noticiarios
la noche del 11 ya pasó
como han pasado tantas cosas en este país
la misma poza
que bordea la misma industria
y que hoy ya no está,
el mismo Narciso
devorado en estos tiempos
por la condena del mismo retail
el mismo poema que hoy marca
el fin de la infancia
el arrebato de una capital coja
bisecada en la médula de su cuerpo
que se transforma época a época
y que no se va a detener:
en esta mañana de septiembre,
con los matinales poblando todos los canales
de este hogar sin cañerías
la memoria estira sus brazos
y no sabemos bien aún
qué
significa eso
el olor a bencina nos dice
que La Victoria es ya casi un recuerdo
de una película Western
el eco de esta tierra polifónica
nos dice que no hay que volver a perder
ni regalarles
la sangre de nuestro pueblo
otra vez
nos pide perdón por las voces
que quedaron tatuadas en estas murallas
nos pide no seguir acumulando rezos
para más muertos de
este
nuestro lado de la historia.
Nos dice que pida perdón a la manada
por escribir
un poema sobre la memoria
casi tan largo como este olvido.
(Maipú, septiembre
del 2013)