En
pocos días Argentina tuvo tres presidentes. A nadie se le ocurrió pensar en una
revolución, a ningún militar se le ocurrió la idea de encabezar un golpe de
Estado. Fue entonces cuando Pereda decidió volver al campo.
(Ver-da-des oc-to-si-lá-bi-cas
de
Ro-ber-ti-to Bo-la-ño)
Lo recuerdo como se recuerda
un octosílabo en la
vieja
memoria popular.
Lo recuerdo, trocaico su olor:
A / campo decimonónico
A/ denuncia valiente de
un cantor a lo divino.
También lo recuerdo libre.
Su fuego urbano, grabado en la memoria de
un todos insurrecto.
Salgo a caminar
y lo recibo pecho abierto
saliendo impertérrito de la boca de Rosa
Araneda
y lo rechazo
al servicio /
hoy / de la
Publicidad y el ghetto ausente.
El Mercado es la serpiente inmortal
me dice una voz lejanamente cercana:
La mato y aparece una mayor
Lo matamos y aparece otro universo de
disfraz.
“No es tan así” me sopla el viento del sur.
“Tú naciste con Dios muerto” versaba el último de los
octosílabos.
YO
NACÍ UN DÍA
EN
QUE UN PAÍS ESTUVO MUERTO.
Y amanecí muerto.
Resucitando arriba del televisor: La vida
es un abrir y cerrar
puertas, intuí.
Las crisis del Capital ismo
van y
vienen / vaya sorpresa.
La Historia padece una costra abierta
también nuestra anemia nosotral.
Aún cuando el barco ebrio es
nuestro nuestro.
YO
NACÍ UN DÍA
EN
QUE UN PAÍS ESTUVO MUERTO.
Y el televisor
volaba por las ciudades.
Yo arriba iba muerto.
MEGAPOLIS METROPOLIS rascacielos cediendo ante el
viento norte.
Wall Street haciendo aguas
y
el final de una película de Hollywood ahogaba el resto de las pantallas.
Will Smith es nuestro Aquiles. El
FMI nuestro Homero.
DOS TORRES abajo /
en el corazón del silencio
EN EL CORAZÓN DEL SILENCIO
muestran la caída infame
/ de nuestra absurda epopeya.
La
prepotencia de la Bolsa de Nueva York
La falsa inocencia del Banco Mundial
aún
no cambian, no lo harán.
YO
NACÍ UN DÍA
QUE
UN PAÍS ESTUVO MUERTO,
GRECIA.
Y vi los ojos del neo / liberal / ismo
dilatados en el televisor que me llevaba
muerto.
Vi a Angela Merkel y Nicolas Sarkosy
llevándose dinero estatal en sus
estómagos
para salvar los hepáticos errores
de banqueros maltratados por el hedor
del plástico.
La espergesia de mi aliento
se quebró entre las cláusulas de un
jodido mundo muriendo.
Mi hija reía al fondo.
Mi hija saltaba al fondo de la casa:
Los tiempos que venían, al
menos serán curiosos, intuí.
Los tiempos que venían / fueran hoy / el horizonte incierto.
YO
NACÍ UN DÍA
QUE
UN PAÍS ESTUVO MUERTO.