Una
niña silba en la micro
y
te veo mordiendo
ese
sonido extraordinario.
Caes
a la Historia
como
ese capullo mestizo
que
sé encriptó en todas las avenidas,
en
todas las piezas de la memoria.
Caes
a la Historia
como
cae el ángel de Benjamin
y
tu relato se va caminando
por
la delgada línea de la costumbre:
esas
estatuas ancestrales
que
habitan la cabeza como axiomas
se
tomaron los días
y
habitaron los pasajes de mi barrio
y
cada amigo
llegó
contando cómo,
una
a una,
las
iba coleccionando:
llena de murallas
pastelones
fierros
tetas y
neumáticos,
iba tomando
Forma
la Norma
en sus cuerpos
encorvándose
El
barrio comenzó a quedar solo
y
así tenía que ser,
la
estampida comenzó
con
dos ángeles que partieron la tierra
para
irse a bailar
con
el corazón de la época.
Luego
partieron otros,
no
importa mucho donde,
todos
parten a lo mismo,
replican
la misma vida
en
diferentes nidos
y
yo aún no encuentro el rumbo,
mis
poemas no saben
hacia
donde van
se les corta el ritmo
se les mutila
en alguna pieza concesionada por el Estado
se les quita el dinero
y se les viola
con el plástico que cae en todas las mesas:
quizás
elegí la poesía
por
dolor, desacato
o
hasta por rabia
quizás
escribo
para
no morir de pena,
quizás
mis poemas se parecen a mis amigos
quizás
mis poemas se parecen
a
la agonía de una época
y
al parto de otra,
quizás
mis poemas se parecen a mi barrio
a
ese barrio en el cual
nos
quisimos mucho
pero
los barrios se acabaron
hace
años en mi país,
hace
años que se vienen acabando
muchas
cosas en este país
hace
años que los poemas
se
llenan de polvo en las bibliotecas
hace
casi dos años
que
se fueron de aquí.