Después
de 10 años
volví
a poner mis brazos en medio de esta neblina,
la
neblina de la Gómez Carreño.
Todo
estaba cambiado en esta población.
Los
edificios pintados otoño tras otoño
por la lluvia.
por la lluvia.
Los
columpios sin el óxido de las manos.
Las
calles que iban hacia el centro del Pacífico
y que hoy
van
hasta la quebrada voz de lo eterno.
hasta la quebrada voz de lo eterno.
TODO
ES DEVENIR.
Todo.
Menos aquel auto amarillo,
Menos aquel auto amarillo,
el
mismo bajo el cual
me
escondía de la galaxia
siendo niño.
siendo niño.
Ahí
estaba
con
su techo lleno de grietas
con
su patente BE 4128
con
su dueño siendo devorado por los bellos gusanos.
Con
su dueño / finalmente
al fondo de toda esta mierda.
al fondo de toda esta mierda.
Resistía.
En
eso consistía su presencia: Resistir.
Allá
al fondo del mismo rincón oxidado
desde
hace más de 15 años
resistía
los aluviones y las moléculas.
Las
canalladas y los secretos de gatos y amantes
de
pasteros y de niñas vírgenes.
Resistía. Res
istir.
Ponerse en cuatro ante la experiencia
istir.
Ponerse en cuatro ante la experiencia
y
cantar por todos lados que estamos vivos.
Que
hablamos
Que
reímos
Que
bailamos
Soñamos
/ follamos / derramamos
Jugamos
a ser Dioses / en medio de nuestros terruños.
Eso era aquel auto amarillo.
Resistía el aquelarre,
las manos quebradas de su gente.
Resistía el sinsentido del sentir.
Resistía la soledad magnánima del Pacífico Sur.
El invierno con el niño muerto
balanceándose sobre un columpio imposible.
Resistía el pan quebrado,
la mujer de espaldas,
el pasillo largo y ancho de esta tierra.
Res
istir.
Eso era aquel auto amarillo.
Resistía el aquelarre,
las manos quebradas de su gente.
Resistía el sinsentido del sentir.
Resistía la soledad magnánima del Pacífico Sur.
El invierno con el niño muerto
balanceándose sobre un columpio imposible.
Resistía el pan quebrado,
la mujer de espaldas,
el pasillo largo y ancho de esta tierra.
Res
istir.
¿Y
resistir para qué?
¿Acaso
indignar al instante / con toda la eternidad posible /
sirve de algo frente al Comercio?
¿Y
avanzar para qué?
¿Avanzar
entonces para qué? Me respondía.
No
sé quién mierda me respondía, pero allá, al fondo de mi cabeza
una
voz me respondía.
Aquel
auto amarillo estaba ahí.
Los
autos nuevos que se ponían a su lado tenían olor a fierro.
No
su olor a hogar del tiempo sido
menos
su olor a conjuro, hecho con las propias manos.
su olor a conjuro, hecho con las propias manos.
Eran
perros de otros espacios, de otros mundos.
¡La ciencia, la
nueva nobleza! El progreso. ¡El mundo marcha! ¿Por qué no había de girar?
El
sinsentido de avanzar bajo estas coordenadas
impedía
dejar a la marcha correr hasta el corral.
Avanzando
le cae el martillazo a la vaca en pleno mate.
Avanzando
sin mirar atrás fue nuestro error:
perdónanos por eso
valiente Esposa de Lot.
valiente Esposa de Lot.
Aquel
auto amarillo resistía.
Seguía
allí obstinadamente / como hace 15
años.
No
habrá siglo que pueda borrar su presencia.
No
lo moverá la Historia / su posición es firme:
“la
Historia es astuta, conocerá también mi secreto”.
Todos
lo saben.
Aquel
auto amarillo
cada
día será un auto nuevo.
Distinto
al de mis 15 años atrás
Distinto
al de mañana / al ojeroso /
al
que viene galopando allá al fondo.
TODO
ES DEVENIR
Aquel
auto amarillo también lo es, me retracto.
Lo
sabía desde antes de escribir este poema.
Lo
sabía por qué ya tengo las manos
y
los huesos doloridos.
Y esta neblina
se
me mete acá adentro.
Y me
clava la estocada del tiempo.
Y me clava la estocada del tiempo!
Y me clava la estocada del tiempo!
(Viña del Mar, 2012. Población
Gómez Carreño.)