Subo hacia ti
que has sabido
tenderme tu voz.
Me instalaré en ti
que has sabido oír
lo que no se percibe.
¡Oh Amor! ¡Oh!
Poesía.
(Juan Luis
Martínez)
El
silencio no es lo que se calla,
menos
lo es / aquello que se grita en tiempos duros.
Es
silencio es también
lo
que está latiendo a través de otro lenguaje,
modulado
por otra lengua:
el de las caravanas al vacío,
el de las caravanas / al vacío .
El
silencio no es sólo el llanto tras la puerta
o
la fingida risa frente al purgatorio.
Es
también la música que emerge
desde
el mismo corazón de la galaxia,
desde
todos los poros de la galaxia.
Con
una gramática sublime
que
nadie escucha, que nadie siente
pero
está ahí: en el invisible lugar
siendo
el pulso vital / de una dimensión / llena de ruidosos ruidos estridentes.
El
silencio no es sólo la mano encima:
tapando
la boca de los pobres,
repito:
LA
MANO ENCIMA / TAPANDO
LA BOCA DE LOS POBRES.
Es
también el ojo metido en la mitad del rostro:
la
vista, poetas, la vista.
La
música de los sabios viejos sabios
sonando
en las cantinas de Valparaíso
esperando
el fin de un mundo que no llega.
El
silencio
es
el valor de un encapuchado
saltando
de piedra en piedra
las
soledades de este oxidado mundo oxidado.
Es
el último pensamiento de Violeta Parra antes de pegarse el tunaso.
Es
la sangre de Rodrigo Lira entrando en las cañerías
de
esta oxidada ciudad luciérnaga.
SON
esos dos zapatos colgando en la ventana
QUE
NO ABANDONAN MI CABEZA
DESDE
NIÑO.
El
silencio no es sólo las luces / llenas de nada / del poderoso
ni
la cabeza en alto del que sólo tiene dinero.
También
es el palpitar de los muertos
de
este lado de la historia
que
no descansan en paz
pues
nunca
la conocieron.