miércoles, 26 de noviembre de 2014

SEMIÓTICA DEL MESTIZO ABANDONADO



I

Hay días en que siento
cómo la vida se mueve contenta
por los fierros de las alcantarillas.
Hay días en que pienso
en los misiles que rompen
las esquinas de mi barrio
y en la sangre que entra y sale
por el mismo corazón de mierda.
Los días me piensan
de una manera caótica,
me hablan desde una época
en la que ellos mismos se pierden pensando
en los días que alguna vez fueron
sublimes y sexuales,
sexuales y llenos de cables
y nubes pasajeras
que pasaban y pasaban mientras
tres cuadras llenas de plomo
y seis viejas llenas de pan
alumbran los pasajes del poniente
en este momento.
Hay días en que me excita
pensar en la vida
pasando su lengua por los fierros
de las alcantarillas.
Hay días que chupo las costillas
del lugar, del momento,
del verso que cae
como caen
los misiles en el corazón de la casa

la saliva dura del lacayo
la zanahoria transgénica
y el bototo en la cabeza.

II

A mi clase la alimentaron mal
la llenaron de bichos
y la aplastaron siempre con la misma bota
por eso hay días
en que siento rabia
por calentarme con la vida
que sigue chupando todos los bordes
de las alcantarillas,
me rompe la carne
la sintaxis los miedos la familia
me perfora la existencia
el semáforo los espermios tu boquita
me levanto y lloro
levantado tengo el corazón
el indio que me habita sabe lo que digo
mestizo Castilla bosques latín
las lenguas muertas y tu pelo

¡Qué vergüenza!

Tu pelo es la lengua muerta
con la cual escribieron este país.

III

El inconsciente viene consciente
desde antes de la manzana,
mucho antes que la matanza:
la serpiente, Caín, Barrabás
todos caben en nuestro reino.
Hans Pozo, Matute Johns,  Juan Pablo Jiménez
en sus rostros está dibujado este país.

La bandera, El prócer, el ni ahí.
Fasat Alfa, pinocheques, Manuel.
Manuel Gutiérrez
la Rubia de Kennedy, la Pincoya, ellas sí

Mantener una rima así
ya no alcanza

El inconsciente viene consciente
desde hace siglos
y eso que acá en el ghetto
sólo hace un par de años que alguien gritó: ¡Freud!

Hace unas cuantas  décadas
que mi clase entró a la Universidad
¿para qué?

Hace unas cuantas décadas
que a mi clase la castraron,
le llenaron de tanques y alarmas
la cabeza.

La poesía entonces,
las poesías

esa lengua muerta
en la cual reside la otra memoria
de otro país.
Ese intersticio simbólico
en el cual late la tierra, tiembla la palabra,
juegan los niños juega la lengua
canta la canción oculta
se abren paso los bordes,

la otra historia entonces,

esa que siempre estuvo aquí.

viernes, 17 de octubre de 2014

LABERINTO



Una niña silba en la micro
y te veo mordiendo
ese sonido extraordinario.
Caes a la Historia
como ese capullo mestizo
que sé encriptó en todas las avenidas,
en todas las piezas de la memoria.
Caes a la Historia
como cae el ángel de Benjamin
y tu relato se va caminando
por la delgada línea de la costumbre:

esas estatuas ancestrales
que habitan la cabeza como axiomas
se tomaron los días
y habitaron los pasajes de mi barrio
y cada amigo
llegó contando cómo,
una a una,
las iba coleccionando:

                  llena de murallas
                               pastelones
                               fierros
                               tetas y neumáticos,
                               iba tomando Forma
                               la Norma
                               en sus cuerpos encorvándose

El barrio comenzó a quedar solo
y así tenía que ser,
la estampida comenzó
con dos ángeles que partieron la tierra
para irse a bailar
con el corazón de la época.
Luego partieron otros,
no importa mucho donde,
todos parten a lo mismo,
replican la misma vida
en diferentes nidos
y yo aún no encuentro el rumbo,
mis poemas no saben
hacia donde van
   se les corta el ritmo
   se les mutila
   en alguna pieza concesionada por el Estado
   se les quita el dinero
   y se les viola
   con el plástico que cae en todas las mesas:

quizás elegí la poesía
por dolor, desacato
o hasta por rabia
quizás escribo
para no morir de pena,
quizás mis poemas se parecen a mis amigos
quizás mis poemas se parecen
a la agonía de una época
y al parto de otra,
quizás mis poemas se parecen a mi barrio

a ese barrio en el cual
nos quisimos mucho
pero los barrios se acabaron
hace años en mi país,

hace años que se vienen acabando
muchas cosas en este país

hace años que los poemas  
se llenan de polvo en las bibliotecas

hace casi dos años
que se fueron de aquí.




domingo, 28 de septiembre de 2014

UNA CASA SIN FANTASMAS NO ES UNA CASA



Cantaban mis hermanos,
mis hermanitos,
una noche de otoño:

Una casa sin fantasmas no es una casa.

Una casa sin fantasmas no es una casa.

Una casa sin fantasmas no es una casa.

Y yo mientras pensaba:
una casa sin fantasmas no es una casa.

No se adornan sus paredes
con canciones de otros tiempos
ni se escucha el pálpito
con que los muertos siguen
estando presente.
La ceniza, los huesos,
el recuerdo.
No es esta pieza la mía
si no es capaz de contenerme
hasta el final de los tiempos.
Si no se lleva nada de mí
luego de mí
es porque nunca realmente existí.

Por eso me encanta la idea
de que este poema quedará,
no importa que no quede en nadie
de este mundo,
este poema
quedará en esta pieza
hasta el final de la historia
y será, al menos, un fantasma.
Lo sentirán los hijos de los hijos
de los hijos
de quienes compren esta casa
y estén solos
una noche de otoño
y no sepan si matarse,
invitar a la polola a echarse un polvo
o escribir un poema medio mamón
y eso a mí me encanta.
Para ellos escribo.
Para esas bestias
que seguirán reproduciendo
la vida urbana de las capas medias.
Para asustarlos de noche
ya que nada los asusta de día.
Ser un fantasma
y comunicarme con los vivos
tal cómo ahora me comunico con los muertos
cómo la Gabriela:
la poesía como una conversación directa
con nuestros muertos

Con Yin Yin, con la madre
Con el Seba, con el Pipe

con todos aquellos
que laten en todas las murallas
y bancas
y camas
y techos
y escaleras
de esta amurallada ciudad

con todas esas estrellas
agujereando un cielo opaco

es que hemos decidido hacer un pacto:

la poesía será nuestra forma de comunicarnos.

El pacto es justo:

yo no me muero de hambre acá en la tierra
y ustedes se ríen de todos nosotros

yo escribo este poema a contratiempo
y ustedes siguen cantando allá al fondo:

Una casa sin fantasmas no es una casa.

Una casa sin fantasmas no es una casa.


Una casa sin fantasmas no es una casa.



NOTAS TRANSHISTÓRICAS

                       I


La tracción falló,
el automóvil del vecino
otra vez llegó vomitando
la cabeza de su jefe
arriba de su mujer.


                           II


Por las noches
Creo que su nave es el Caleuche
y yo miro el Pacífico
desde algún Fuerte de la isla
y me planto un balazo
y el mundo sigue
y los muertos cuelgan
y tu mano me sigue cuidando.


                          III


Los artistas se ríen arriba,
bailan colgados del sol:

la fiesta aumenta en la ficción,
lo real pasa lento,
plano,

la congoja es desigual.
                        
                         
                           IV


Las minas del Rey Salomón
se fueron de América.
Hoy no queda más
que un mar sin orillas,
lleno de industrias que se llevaron todo
y dejaron tirados los huesos
de tres generaciones
que vinieron a morir aquí


en las calles de mi barrio.  


sábado, 27 de septiembre de 2014

LAS CAPAS MEDIAS ESCONDEN LA CARA




Las capas medias esconden la cara,
vienen y van
con la mano apretada en sus bolsillos.
Cruzan la calle
mirando para ambos lados
y se protegen comprando Seguros,
pólizas de miedo que concatenan
cada uno de los traumas que fueron formando
desde la infancia.
Niñas y niños fraguados
entre los condimentos de la moral y las buenas costumbres
se defienden,
rasguñan la telaraña con la uña lúdica
pero pronto caen y terminan
con la corbata bien puesta, la falda en la medida justa.
La música se congela afuera,
entre los semáforos se les quiebra la cáscara del sueño
sin salir nada desde ahí
la piel se arruga arriba de los muebles
los niños saltan en los colchones
mientras en el living el papá duerme
sin darse cuenta sobre el sillón: 
la TV y el mismo programa de siempre.
Silencio. En la cocina se prende un fósforo
mientras afuera el vecino pega un portazo
y se dirige raudo al comedor.

Las capas medias
adoptan una moral muy sencilla
pero a la vez                   extremadamente profunda,
un ADN pequeño pero marcado a fuego:
una moral simplona
que tatúa con sangre su edificio.

Una lectura católica de Adam Smith.
Una teta colgando atrás de una cámara.

Las capas medias no leen poesía,
en realidad casi nadie lee poesía,

en realidad la realidad no se equivoca
quizás se equivoca la poesía
y su majadería romántica
y su ego inmenso.
La televisión sigue sonando en el living,
en la muralla se reflejan sombras chinescas
con un tufillo posmoderno,   anémicas,
la madre se pasea, la madre no sabe adónde ir.
La palabra se pudrió al interior de la casa.

Una tras otra las imágenes vienen a la cabeza del niño:

mañana hay reunión de apoderados
mañana le pedirá el primer beso a la compañero de curso,
sí, a la compañero de curso.

Las capas medias se hicieron cargo del siglo XX,
por eso mismo
el siglo XX tiene que reventar,
Estos niños deben reventar e implosionar.

Los escolares van jugando en la micro
con toda la Ilustración reciclada en la periferia,
el uniforme no queda bien
el orden global no queda bien
en esta escena:
                                     Rectángulo de la moral macabra.
                                     Cabezas rapadas
                                     educadas bajo una cultura chata
                                     que seguirá pateando piedras.

Las capas medias esconden la cara
y no quieren verse arrasadas por el vendaval,
no quieren verse
sin la formalidad con que trasuntan el cotidiano de sus días
ni con la carencia de objetos tipo
así que firman,   la Tarjeta,      el otro.
Todo en ese mismo orden.

Las capas medias esconden la cara
pero estos pajaritos deben volar,

estos pajaritos deben quemar esta micro
con el valor vivo de la  voz
parida justo a tiempo.
Recién inmersos en el polvo de la Historia
deben incendiar todos los guardapolvos
de la casa vieja:    la vieja rabia, las viejas mañas,
                             el viejo mundo              las viejas flores.

Estos terrenos recién habitados
deben traer la fulguración de la rabia en el aliento
y cachetear todo intento de susto

ni susto cómodo
ni susto post-dictatorial
ni susto tecnócrata
ni susto al Mercado
ni susto a soltar la teta
ni susto a sí mismo.

Estos pajaritos volarán
y cada jaula será enterrada en el pecho del cobarde.

Las capas medias esconden la cara
y preferirán morir apuñaladas
antes de cambiar el camino,
las capas medias seguirán con el control remoto en la mano
y las calles serán silenciadas por la metralla sutil
del encabronamiento de las masas

la masa aglutinada en vitrinas
y espejos que no muestran nada más que
la anagnórisis del sistema crediticio.

Volando vendrá el animal de lo nuevo.
Volando irá cayendo la neblina en los corazones.
Volando se perdió el FASat-Alfa
el mejor poema que se ha escrito en Chile
y volando se quemó Alsino,

el resto




es esta ceniza que nos queda.

jueves, 10 de julio de 2014

EN LOS TIEMPOS DE LA TELARAÑA GLOBAL





En los tiempos de la telaraña global
las raíces se anclan aún más
a la corteza sudorosa del hueso.
En la periferia se respira el centro
y bajo el suelo
un sueño riega de azul el descalabro.
Cadenas de neón nos lamen la cara
mientras miles de árboles
pueblan el sur de Chile
con la pena de los indios
lamiendo la botella ajena de otro sol
y un poema lárico anotado en sus libretas.

La Memoria vino a quedarse en este Valle
y creció por los lindes
de una geografía cultivada durante siglos
en el Canto y la plaza llena de voces
la carroza y la botellita de tinto
la paloma
la décima

y el temblor.

La Memoria es frágil en el centro de la ciudad
y la poesía late a contrapelo
mientras exista la macabra moral de Trento.

Dos corazones se mezclan
laten y se baten:

los mestizos venimos cantando hace siglos.

En los tiempos de la identidad fragmentada
el pan aún logra unir
la mesa de los pobres.
La palabra,
en medio de la vorágine y la superpoblación,
trastabilla  pero se mueve.
La lengua se mueve.
La lengua de los parias,
la pluma del esclavo
laten a ritmos discontinuos,

como el jazz,

mientras los lugares escondidos
van construyendo una voz
un castillo
tu mano
un juego nuevo en la cuadra,
una vida pincelada
desde las cañerías oxidadas
de cualquier
capital
latinoamericana.

Quizás afuera la luna sangre,
quizás la piedra rompa el vidrio
y se disuelva la frontera
entre el miedo y lo real:

el adentro es nuestro y viene ladrando.

Niñas y niños de la mano resistiendo al desencanto.

En los tiempos del retail
y las redes sociales
el poeta lanza su caña a la fosa común
para comer del silencio
que reina en los zapatos nuevos.
En la carrera de galgos
y en la pelea de gallos,
en el fantasma que acompañó la infancia
y en el rostro de los asesinos
se inmiscuye la Nada,
navega como aquel peatón
que se busca a sí mismo
en las vitrinas disecadas
de cualquier
capital
latinoamericana.

Debemos recuperar el canto del Rapsoda
y las manos dignas del pueblo.

La pasión del héroe épico
y el destape de nuevos mitos
congregan la labor inmediata de volver a cantarnos,
decir
saltar
bailar
nuestro día a día
con la necesidad vital de volver al Canto
al tomate la tierra la teta
al trigo bajo la luna
y la pierna fuerte del que camina.
No llora y camina por la orilla del mundo
con sus muertos ladrando de frente.

En los tiempos de la hemorragia cultural
el relato de las lenguas menores
debe parir un ethos palpable
y en constante fuga.
Escabullirse del poder desde la novedad
y latir como la bomba que estallará
encima de toda etiqueta.

Un verso colgando en la cortina
un pedazo de piel
dos dientes sueltos  y las cartas
encima de la mesa en que moriste.

Una huella humana tras la tormenta
nos dice que la vida es eso:

huellas marcadas en la piel
y un tiempo parco que las difumina,
cicatrices en la memoria
y un par de columpios solitarios en la noche.
Una ronda de huesos
escondidos medio siglo bajo el mar
y la madre del hijo muerto
encerrada en un museo.

Debemos disputarles todo:

la carne de los vivos
y la voz de los muertos
el pan y el horizonte
la moral tejida por el hipócrita

la palabra y el silencio.